Por P. Modesto Lule msp
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Margarita cerró sus ojos y agachó la
cabeza, su respiración era agitada, sus labios se comprimían lentamente y a su
rostro comenzó a mojarlo una lágrima. Con sus manos trataba de cerrar su blusa,
pero no estaban los botones. Se encontraba de rodillas en el rincón de su
cuarto con la luz apagada como si tuviese temor que el nefasto de su novio
fuera a entrar por la ventana e intentara abusar de ella nuevamente. Minutos
antes había pasado un momento terrible en el carro de su novio, pues él le
había pedido la prueba de amor.