Por P. Modesto Lule
Zavala msp
Existen
muchas supersticiones que se relacionan con el año nuevo.
Hay
personas que sacan sus maletas para darles una vuelta por el barrio, colonia,
manzana o por donde ellos creen conveniente, incluso salir solamente de su
casa, porque creen que esto les garantizaría un futuro viaje de vacaciones.
Hay
personas que van de compras para tener la alacena llena el primer día del año.
Creen que esto les garantiza la prosperidad durante todo el año.
Hay
quienes abren todas las puertas de la casa a la medianoche para que el año
viejo pueda salir. Ponen cuarzos para que las malas vibras salgan de la casa y
hasta ponen imágenes de santos o arcángeles para que lo negativo se valla.
Hay
personas que comen 12 uvas en el último minuto de año para que cada uva traiga
prosperidad en cada mes venidero.
Hay
quienes se visten de color rojo para atraer el amor a sus vidas del cual se han
visto carentes. En este caso buscan siempre portan una prenda íntima.
Hay
quienes ven las 12 velas como signo de prosperidad para cada día del año.
Algunos buscan comprarlas de colores ya que dicen que cada color atrae lo que
necesitan. El azul trae tranquilidad, las amarillas atraerán la abundancia, el
rojo la pasión, las velas verdes están destinadas a la salud... y así se van
inventando sus interpretaciones. Sin duda todo esto es superstición. Es decir
darle valor o poder a cosas o acciones realizadas esperando que se cumpla lo
que ellos esperan.
Como
cristianos, sabemos que nuestra confianza debe de estar puesta en Dios cuando
el año termina o empieza. Pero no hay que cruzarnos de brazos. Como reza el
proverbio tan conocido: A Dios rogando y con el mazo dando.
En
lugar de enfocarnos en estas cosas ya mencionadas, nuestra atención debe de
estar puesta en realidades concretas. Lo más importante en la vida es estar en
comunión con Dios. Debemos de proponernos cosas que nos acerquen cada vez más al
Creador. Propósitos buenos, espirituales. Un gran amigo me decía: Yo también
hago propósitos de año nuevo, 3 personales, 3 familiares, 3 espirituales y 3
económicos.
Ante
los propósitos de inicio de año debemos tener en cuenta varias cosas:
1. Debemos que tener
clara la fecha de finalización de un propósito. No podemos andar haciendo
propósitos sin saber cuándo o cómo terminarán. Ten en cuenta que son 365 días
al año y solamente 52 semanas. Planea, organiza bien tu agenda y proponte algo
que sea cercano pero a la vez realizable.
2. No te llenes de
proyectos. Si son muchos nunca terminarás. Pocos pero concretos y claros. Y obviamente,
verdaderos.
3. Se realista. No te
engañes. Siempre tenemos limitaciones temporales y personales. Quizá nuestra
intención está en hacer muchas cosas pero, muchas veces no contamos con todo el
tiempo para hacerlo. También busca propósitos reales, cercanos. Quizá tu
propósito es cantar como Plácido Domingo o Andrea Bocelli, pero si no tienes
voz, acéptalo, no naciste para eso. Tienes
una limitación personal. Dios nos da
muchos dones algunos de ellos te servirán para realizarte en la vida.
4. Sé perseverante. Sé
constante. La mayor parte de los propósitos que nos hacemos se olvidan por
falta de constancia, de perseverancia. La perseverancia o la constancia no la
encuentras en botes o cajas de cereal. Esto es un don fruto del Espíritu Santo.
La relación con Dios te hará que seas constante y perseverante. Y para poder
llegar a este punto te recomiendo los otros.
5. Pasa más tiempo con
Dios. No existe otra cosa más importante para nuestro crecimiento espiritual.
La lectura bíblica es el pan que alimenta nuestra alma, la oración es el agua
que refresca nuestro espíritu y los sacramentos son los que nos dan esa
fortaleza o nos curan de nuestras heridas cuando estamos derrumbados y débiles.
Si no estamos pasando tiempo a diario con Dios, el fuego de nuestra fe empezará
a enfriarse. El carro necesita gasolina para moverse, el celular necesita
energía para encenderse y así recibir o hacer llamadas. Nosotros necesitamos de
Dios para poder hacer todo lo que ya quizá nos hayamos propuesto. Aquí recuerda
que mientras más conozcas tu fe, tu doctrina, tu religión, te enamorarás más de
tu iglesia. Comparte tu fe y se fortalecerá. Conoce tu fe, vive tu fe, comparte
tu fe. Te aseguró que tendrás más herramientas para fortalecerte en el Señor y
así poder cumplir esos buenos propósitos de inicio de año que tantas veces
olvidamos.
Hasta
la próxima.
1 comentario:
Excelente.
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