Por Modesto Lule MSP
Me invitan a orar por un difunto al cementerio municipal un día 2 de noviembre. Terminada la
oración se me acerca otra persona al percatarse que soy misionero. Me pide que
haga oración por su difunto, acepto y me conduce hasta el lugar donde está la
sepultura. Al llegar noté que había unas quince personas.