Compilación por p.
Modesto Lule Zavala msp
¿Has
estado en una mesa consumiendo un alimento o sentado frente a otras personas
sin que te pongan atención? A eso se le llama “phubbing”.
El “phubbing”, término
formado a partir de las palabras inglesas phone y hi, consiste en el acto de
menospreciar a los acompañantes y prestar más atención al dispositivo móvil u otros aparatos
electrónicos. Tener esta actitud quiere decir que prefieren el contacto vía
texto que cara a cara. Nos distanciamos estando tan cerca, nos desconectamos
para supuestamente estar conectados. Nos despersonalizamos al estar más pegados
a ese dispositivo móvil que a la persona que tenemos enfrente. Colocamos una
barrera que se lama indiferencia y nos distanciamos del que tenemos cerca. Esta práctica que cada día abunda más, según
dicen algunos se inició hacia el año 2007 con el nacimiento del smartphone o
teléfono inteligente, que viene a sintetizar en pocas pulgadas casi la potencia
de una computadora. Los más propensos son los adolescentes pues al no tener
parámetros para usar dichos dispositivos se adentran a jugar y entretenerse en
las redes sociales más conocidas perdiendo la dimensión del tiempo. Con el
“phubbing”, la actitud de indiferencia ante el otro se va encarnando en cada
persona hasta parecerle normal estar platicando alrededor de una mesa pero sin
mirarse a la cara. No sólo es la actitud de indiferencia, es la insensibilidad
que crece en cada uno al usar estos aparatos que nos hacen inmunes al dolor
ajeno. Y por decir ajeno, no me refiero a personas desconocidas, sino a los
mismos familiares que pueden estar pasando por momentos de depresión o angustia
y el de enfrente ni enterado del problema. Estas mismas personas adictas a los
dispositivos móviles pueden estar pasando por otro síndrome llamado “FOMO”,
este lo padecen los que necesitan estar permanentemente “conectados” a Internet
porque, de otra forma, se sienten excluidos de acontecimientos que ocurren a su
alrededor y de los que quieren formar parte de sus mundos virtuales. La palabra
FOMO, es un acrónimo en inglés de ‘fear of missing out’: miedo a perderse algo.
El peligro de este otro síndrome es que no suelen centrarse en lo que hacen ni
disfrutan de lo que tienen en cada momento de su vida, dándole mayor
importancia a lo que sucede en el mundo virtual. Los psicólogos dicen que las
personas que padecen estos síndromes al final no viven su vida, se angustian
por el paso del tiempo y por lo que pierden; se genera una continua
insatisfacción, se distraen y favorecen la impulsividad. Dicho de otra forma,
el deseo de estar atentos a todo hace que no estemos atentos a nada, nos vuelve
irreflexivos e impulsivos, y nos hace sentir ansiosos e insatisfechos.
Para
evitarlo, hay que imponerse unas reglas de obligado cumplimiento cada día de la
semana. Unos límites personales que tienen que ver con un uso razonable del
entorno digital usándolo con disciplina. Aquí deben intervenir los padres de
familia y ver que tanto están usándolo los hijos esperando que no sean ellos
mismos quienes den el mal ejemplo. El ser cristiano en la actualidad, no sólo
debe de ser un modo de actuar dentro de la iglesia, debe ser una forma de vida.
La caridad, la responsabilidad, el amor, la generosidad y el buscar atentos a
las necesidades del otro deben de caracterizarnos, ser nuestra carta de
presentación en todo momento.
Hasta
la próxima.
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