Por Modesto Lule Zavala msp
Muy
a pesar de que ya hace algunos años salieron algunas especificaciones respecto
al saludo de la paz en Misa, hoy nuevamente vuelven a salir éstas, siendo más
concisas para evitar los abusos.
La
Ordenación General del Misal Romano del 2002 en su número 72, sobre el rito
de la paz señala: «Por lo que se refiere al mismo rito de darse la paz,
establezcan las Conferencias de los Obispos el modo más conveniente, según el
carácter y las costumbres de cada pueblo. No obstante, conviene que cada uno exprese sobriamente la paz sólo a quienes
tiene más cerca». Y la Instrucción Redemptionis Sacramentum del 2004 en su
número también 72 dice: Conviene «que cada uno dé la paz, sobriamente, sólo a
los más cercanos a él». «El sacerdote puede
dar la paz a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio,
para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa
razonable, desea dar la paz a algunos fieles». Ahora siendo el año 2014 sale
nuevamente una carta circular para exhortar y sugerir no ir más allá de los
signos. Y es que pareciera que se nos olvida que lo principal en la Santa Misa
es Cristo. En algunas iglesias aplauden por todo, hasta porque avisan que
afuera estarán vendiendo comida. Otros más han convertido la misa, en obras de
teatro donde el mismo sacerdote se viste como payaso o bailador de flamenco.
Otros más utilizan casullas con imágenes de los superhéroes favoritos de los
niños.
Pero
no quiero hablar de todos los abusos cometidos en la misa. Hoy hablemos solamente del signo de la paz. Fue
en el tiempo del Papa san Inocencio (401 -417) que el rito de la paz se hizo
obligatorio antes de la comunión. San Agustín, de la misma época que el Papa
Inocencio, subrayó la importancia de estar reconciliado con los demás antes de
recibir provechosamente la comunión. Cuando el sacerdote o diácono desea la paz
al pueblo invita a que compartan la misma con los ahí reunidos. Lamentablemente
algunos tienden a saludar a toda la asamblea con un diálogo, abrazo o beso en
la mejilla intercalando el saludo familiar, el halago a la vestimenta, la
pregunta indagatoria sobre algún familiar o amigo y aprovechando también para
hacer los planes saliendo de misa. Los coros equivocadamente han agregado un
canto de la paz en el momento del saludo. En otros casos más, el sacerdote baja
del presbiterio para saludar a los fieles. Obviamente con estos abusos se
pierde la sintonía de lo que momentos antes ha acontecido, la consagración del
pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Ante estos abusos “la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha emitido una carta
circular acerca del significado correcto del rito de la paz, de igual manera hizo
cuatro sugerencias concretas para evitar los abusos ya mencionados.
Será
necesario que en el momento de darse la paz SE EVITEN algunas acciones tales como:
1) - La introducción de un “canto para la paz”,
inexistente en el Rito romano.
2) - Los desplazamientos de los fieles para
intercambiarse la paz.
3) - El que el sacerdote abandone el altar para
dar la paz a algunos fieles.
4) - Que en algunas circunstancias, como la
solemnidad de Pascua o de Navidad, o durante las celebraciones rituales, como
el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, las sagradas
Órdenes, las Profesiones religiosas o las Exequias, el darse la paz sea ocasión
para felicitar o expresar condolencias entre los presentes. (No. 6 de la carta
circular).
Hablando
del punto número 4, conviene remarcar que no hay que utilizar el momento de la
homilía, para ensalzar, motivar, o regañar a los fieles. Esto lo digo por mí,
que soy sacerdote. Y es que en algunas ocasiones veo que cuando es una misa de
graduación, las palabras dentro de la homilía van solamente para motivar,
animar o en su caso cuando son misas de cuerpo presente algunos hermanos
sacerdotes solamente se la pasan tratando de consolar a los dolientes. Y no es
que no se tenga que hacer, pero esto no debe ser el punto principal de la
homilía. La motivación o el pésame se deben desprender de la reflexión de la
palabra proclamada. Y en su caso los fieles también pueden estar equivocados
esperando que se hagan estas palabras. Recuerdo muy bien aquella señora que se
acercó al seminarista después de misa para quejarse porque un servidor no dijo
nada al niño de tres años por el cual se ofreció la misa. Y no es que no haya
querido decir nada a este niño, pero creí más conveniente dirigir la reflexión
a los papás y amigos presentes que al niño que se levantaba a cada rato de su
silla para ir a platicar sus familiares.
La
carta circular invita también a las Conferencias a que consideren si es
oportuno cambiar el modo de darse la paz establecido en su momento. Por
ejemplo, en aquellos lugares en los que optó por gestos familiares y profanos
de saludo, tras la experiencia de estos años, se podrían sustituir por otros
gestos más apropiados.
En
el número 8 de esta carta, se exhorta a los Obispos y, bajo su guía, a los
sacerdotes a considerar y profundizar el significado espiritual del rito de la
paz, tanto en la celebración de la Santa Misa como en la propia formación
litúrgica y espiritual o en la oportuna catequesis a los fieles. Por último la
misma Carta Circular en su número 6,
inciso a) dice que el signo de la paz es opcional. Así que si se prevé que tal
intercambio no se llevará adecuadamente por circunstancias concretas, o se
retiene pedagógicamente conveniente no realizarlo en determinadas ocasiones, se
puede omitir, e incluso, debe ser omitido.
El
Santo Padre Francisco, el 7 de junio de 2014, ha aprobado y confirmado cuanto
se contiene en esta Carta circular, y ha dispuesto su publicación.
Como
vemos no es una nueva estructura a la Santa Misa, sino una exhortación para quienes
caen en los abusos en el rito de este signo.
Hasta
la próxima.
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