El
Papa Francisco terminó su Ángelus del domingo 17 de noviembre del 2013, aconsejando
a los fieles que se encontraban en la plaza de San Pedro les dijo que tomarán
un "medicamento" "bueno para el corazón", dijo: "Ahora
me gustaría recomendarles un medicamento. ¿Qué? Se estarán preguntado ¿el Papa
hace ahora de farmacéutico?".
Al mismo tiempo que decía esto agitaba una caja similar a las que se encuentran en las farmacias de color blanco con una imagen de un corazón y una línea azul de extremo a extremo de la caja. En ella se podía leer "Misericordina, 59 pastillas para el corazón".
Al mismo tiempo que decía esto agitaba una caja similar a las que se encuentran en las farmacias de color blanco con una imagen de un corazón y una línea azul de extremo a extremo de la caja. En ella se podía leer "Misericordina, 59 pastillas para el corazón".
El
mismo Papa dijo: "Preventivamente, se puede utilizar una vez al día, pero
en caso de urgencia, se puede tomar tantas veces como necesite el alma",
dijo el papa leyendo el modo de empleo de este "medicamento
espiritual". "Tómenla, es una corona del Rosario con la cual se puede rezar, es una ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el perdón y la fraternidad".
Con
la caja en la mano, el Papa Francisco concluyó su ángelus diciendo a los fieles:
"no olviden tomar su medicina porque es buena para el corazón, el alma y
la vida".
La
idea de esta caja de "medicamento" la tuvieron unos seminaristas
polacos consagrados a Faustina Kowalska, una monja polaca canonizada en el año
2000 por Juan Pablo II que propagó la devoción al Señor de la Misericordia.
Esta
iniciativa, aprobada por el Papa Francisco, es una manera "de materializar los
frutos del año de la fe que toca a su fin el domingo 24 de noviembre día de
Jesucristo rey del Universo.
Miles de estas cajas, que contienen un rosario y un prospecto en diferentes idiomas para enseñar como rezar la coronilla al Señor de la Misericordia, fueron distribuidas en la plaza de san Pedro al finalizar el rezo del ángelus.
Antes
del rezo del Ángelus, el Papa había exhortado a los presentes a no dejarse
engañar por falsos "salvadores", ni paralizarse por el miedo. Su
reflexión se centró en un pasaje del Evangelio en el que Jesús responde a las
preguntas de cuándo será el fin del mundo y cuáles serán los signos, y advierte
que no hay que dejarse engañar por falsos salvadores, que no se debe tener
miedo y que hay que vivir el tiempo de espera como tiempo de testimonio y
perseverancia.
"Es
una invitación al discernimiento –afirmó el Papa Francisco-. También hoy, en
efecto, hay falsos 'salvadores', que tratan de sustituir a Jesús: líderes de
este mundo, santones, incluso brujos, personajes que quieren atraer a sí las
mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en
guardia: ¡No los sigan! Y el Señor también nos ayuda a no tener miedo: frente a
las guerras, a las revoluciones, pero también a las calamidades naturales, a
las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones
apocalípticas."
Pero,
advirtió, Jesús también anuncia que habrá dificultades y persecuciones pero que
estamos en las manos de Dios. "Las adversidades que encontramos por
nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no
deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la
fuerza de su Espíritu y de su gracia", dijo el Papa.
Al
final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: "Con su
perseverancia salvarán sus almas". "¡Cuánta esperanza en estas
palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia –afirmó Francisco-
porque ¡a pesar de los desórdenes y de
los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de
Dios se cumplirá! Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro
presente y nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía
de la Virgen, que camina siempre con nosotros".
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