Por P. Modesto Lule Zavala msp
Si
me preguntas que es correcto te contesto que lo correcto es conocer el origen
de nuestras tradiciones populares. Lo triste es que muchas veces los católicos
no buscan conocerlas y solamente se dejan llevar por ellas, convirtiéndolas en
ocasiones más a paganas que cristianas.
Muchos
que llaman a Jesucristo: «Padre Jesús», en su fiesta no saben ni el origen ni
el por qué le llaman así.
Ante
esto, lo que siempre debemos tener en cuenta son dos cosas; primero, que
nuestro Dios es Trino, es decir, Padre, Hijo y Espíritu Santo; la «Santísima
Trinidad» la conforman tres Personas divinas; y en segundo lugar, nunca decir
que son tres dioses, sino que, siempre es «un solo Dios».
COMENZARON
A LLAMARLE «PADRE JESÚS»
Hace
muchos años comenzaron a llamarle así a Jesucristo, y se puede suponer que todo
comenzó después del Concilio de Trento. Y la referencia a «Padre», se la hacen
a Jesús por este pasaje bíblico: «Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho
tiempo. Ustedes me buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos les digo
ahora a ustedes: No podrán ir a donde yo voy» (Jn 13, 33). En este texto, se
cita que Jesucristo se refiere a los discípulos como hijitos, de ahí creen
algunos que se le puede llamar Padre. Otro de los motivos es porque a
Jesucristo le llamamos «el Nuevo Adán», es decir, el nuevo padre de la
humanidad.
CONCLUSIÓN
Hablando
de la verdadera teología podemos finalizar que, Jesús es Dios-Hijo, y que no es
Dios-Padre, son Personas divinas distintas. El título de «Nuestro Padre Jesús»
corresponde más a una teología de pueblo, que cuando no se conoce claramente el
origen, nos lleva a la confusión. El Catecismo de la Iglesia Católica en su
número 266 nos dice: «la fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la
Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando
las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del
Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la
divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad». Cada persona de la Santísima
Trinidad tiene un función específica y el número 267 del mismo Catecismo dice:
«Las Personas divinas, inseparables en su Ser, son también inseparables en su
obrar…».
Hasta
la próxima.
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