lunes, 2 de diciembre de 2013

Cristo descendió a los infiernos. Podcast y escrito.


Compilación P. Modesto lule Zavala msp
padremodestomsp@gmail.com





PREGUNTA:
Cuando profesamos el Credo, decimos; "...fue sepultado y descendió a los infiernos..." ¿Puede explicar por favor que significa esto?


RESPUESTA:
El credo es el Credo de los Apóstoles. Durante los concilios ecuménicos de Nicea, en el 325 y Constantinopla, celebrado el 381, se enuncia el llamado Credo de los Apóstoles, ya que se considera como el compendio más fiel con respecto a las enseñanzas de los apóstoles. Este Credo,  se refiere al descenso del alma de Cristo, ya separada del cuerpo por la muerte, al lugar que también se llama “sheol” o “hades”. En este caso, la palabra  “infierno” en el credo no se refiere al lugar de los condenados, como nos referimos en la actualidad, sino que es “el lugar de espera de las almas de los justos de la era pre-cristiana”, es decir a la etapa antes de Cristo. En este lugar estaban esperando la salvación muchos personas den Antiguo Testamento, de forma más específica, los patriarcas y los profetas, así como todos aquellos que murieron en paz con Dios. Todos necesitaban, como nosotros, la salvación de Cristo para poder ir al cielo.

Santo Tomas Aquino enseña que el propósito de Cristo en descender a los infiernos fue liberar a los justos aplicándoles los frutos de la Redención  (S. Th. III, 52, 5).

El Catecismo de la Iglesia Católica dice:

No. 632 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús “resucitó de entre los muertos” (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los muertos. Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos.

No. 633 La Escritura llama infiernos, sheol o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios. Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el “seno de Abraham”. “Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos”.

No. 634 “Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva...” (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo, pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos  los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.

No. 635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para “que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan”. Jesús, “el Príncipe de la vida” (Hch 3, 15), aniquiló “mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud” (Hb 2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado “tiene las llaves de la muerte y del Hades” (Ap 1, 18) y “al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos” (Flp 2, 10).

¿Entonces Jesús bajo a los infiernos a liberar a los condenados?
Jesús NO bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido: “Pues aun a personas muertas se les anunció la buena noticia, para que pudieran vivir en el espíritu, según Dios…” (1 Pe. 4, 6) “Les aseguro que viene la hora, y es ahora mismo, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. (Jn 5, 25)

En la expresión "Jesús descendió a los infiernos", el símbolo confiesa que Jesús murió realmente, y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al Diablo “Señor de la muerte” (Hb 2, 14).






Hasta la próxima.







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