Compilado por Modesto Lule msp
El
escritor John Ronald Reuel Tolkien, más conocido como J. R. R Tolkien, nace el
3 de enero de 1892, en Bloemfontein, Reino Unido. Fue un católico romano muy
comprometido con su fe.
Fue
el autor de obras como El Hobbit, El Señor de los Anillos (1954-55) (obra que
le haría mundialmente famoso) y El Silmarillion.
La
familia de Tolkien eran bautistas. Su madre Mabel Suffield se convierte al
catolicismo en el año 1900. Cuatro años después Mabel muere a causa de las
complicaciones de la diabetes. Sus hijos muy impresionados por la fe de su
madre y por la manera como acepto su enfermedad les produjeron una profunda
impresión en sus creencias católicas.
En
1908, a los 17 años de edad, Tolkien conoció a Edith Mary Bratt en el orfanato,
enamorándose de ella pese a ser él tres años menor. El padre Xavier prohibió a
Tolkien encontrarse, hablar e incluso mantener correspondencia con ella hasta
que él cumpliese los veintiún años, lo cual el joven obedeció al pie de la
letra. Más tarde se casaron.
Fue
en Oxford donde Tolkien entabló amistad con el profesor y escritor C. S. Lewis,
(futuro autor de Las Crónicas de Narnia), con quien discrepaba al principio a
causa de sus convicciones religiosas (Lewis era agnóstico, y posteriormente se
hizo protestante), pero acabó siendo uno de sus principales correctores, junto
con los otros miembros del club literario que formaron, los Inklings.
Tolkien
era un devoto católico romano de pensamiento religioso y político; fue mayoritariamente
conservador, en el sentido de favorecer las convenciones establecidas y la
ortodoxia por sobre la innovación y la modernización. Tolkien fue un
instrumento en la conversión de C. S. Lewis del ateísmo al cristianismo, pero
se decepcionó cuando Lewis se volvió anglicano. (Bueno, lo mejor es que se
convirtió dejando su agnosticismo). Siendo Tolkien un devoto católico romano,
educó a sus hijos en esa religión. En una carta, fechada el 8 de enero de 1944,
dirigida a su hijo Christopher con la intención de darle ánimos, luego de
explicarle un poco la doctrina católica le dice que recurra a las alabanzas,
«Yo las utilizo mucho (en latín): El Gloria Patri; el Gloria in Excelsis; el
Laudate Dominum; el Laudate Pueri Dominum (que me gusta en especial), uno de
los salmos dominicales y el Magníficat» y la carta continúa señalando varias
otras formas religiosas de buscar tranquilidad e inspiración.
Hablando
de sus obras literarias, podemos decir que su obra, el señor de los anillos
muestra las virtudes católicas de manera metafórica: La fe, el amor, la
fidelidad, la amistad, la tenacidad, en fin un sin número de virtudes muy
necesarias en nuestros tiempos. Simplemente la fidelidad del niño que porta el
anillo para cumplir con su cometido no importando los problemas y las
dificultades. Esto es de admirarse. Cualquiera referencia con la realidad es
pura coincidencia. Debemos rescatar estos valores que se han perdido poco a
poco. El otro escritor C. S. Lewis, lo mismo hizo con sus siete libros de las
Crónicas de Narnia, donde con la misma fantasía intentó plasmar los mensajes de
la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Sembremos
valores en todos los campos de la vida para cosechar una sociedad estable y sin
violencia.
Hasta
la próxima.
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