El que sabe hacer el bien y no
lo hace, está en pecado
Por P. Modesto Lule msp
Twitter: @ModestoLule
Facebook: ModestoLuleZ
Cuentan que una persona de mi
pueblo que tenía fama de ser muy perezosa un día caminando por el monte se
encontró con un azadón, (herramienta de trabajo para cultivar la tierra). En
cuanto lo vio lo tomó con sus dos manos y comenzó a darle vueltas hasta
lanzarlo muy lejos de su presencia. No contentándose con eso profirió unas
palabras que rezaban así: maldito instrumento de martirio, aléjate de mi vida.
Y pasado el rato amargo siguió caminando hasta ver una rica sombra debajo de un
mezquite donde decidió descansar por el camino ya recorrido.
Me han pedido que escriba una
serie comentando los siete pecados capitales. No puedo negarlo, pero medio un
poco de pereza comenzar a revisar notas y apuntes para comenzar a escribirlos.
Cuando llevaba ya más de cuatro comencé a sentir más pereza. Algo dentro de mí
me impulsaba a seguir escribiendo y a seguir leyendo para poder terminar y
salieron estas otras líneas. Hay un dicho que dice: el antídoto contra la
pereza es la voluntad y la conciencia de la necesidad de la obligación de
terminar cierto proyecto. Con esto me armé de valor y seguí con mis escritos.
La pereza es uno de los
pecados capitales que nosotros lo católicos consideramos como peligroso. El
catecismo de la Iglesia católica en sus números 2094 y 2733 habla de lo dañina
que puede ser la pereza en la vida espiritual. Como sacerdote me doy cuenta que
en la confesión muchos no ven a la pereza como un pecado grave, incluso muchos
ni la confiesan. Cuando a mi viene una persona que tiene años de no confesarse
y me dice que no ha pecado, porque no ha robado ni a matado; al mencionarle a
esta persona los sietes pecados capitales y describirle lo malo que puede hacer
el pecado de la pereza descubre algunas fallas en su vida y comienza a confesar
sus faltas. Al reflexionar sobre la pereza nos damos cuenta que es la madre de
todos los vicios. Y cuando llega a dominar la vida del hombre esta se hace un
caos. Un caos se hace cuando al final de
año las personas comienzan a pensar en sus propósitos de principios de año y se
dan cuenta que no los han terminado o peor aún, ni han comenzado. En la mayoría
de los casos fue por pereza. Quien tenía en mente someterse a una dieta
rigurosa y al mismo tiempo a una rutina de ejercicios no lo hizo por flojera.
El que pensó estudiar idiomas o terminar su carrera no lo hizo por pereza. Y es
que es más rico descansar, disfrutar de las comidas altas en azúcar, en
triglicéridos que ponerse a comer verduras y a hacer ejercicio. Es más rico
irse de parranda con los amigos que ponerse a estudiar a leer libros para
terminar los estudios o aprender otro idioma. Conozco muchos casos de paisanos
en Estados Unidos de Norteamérica que nunca han aprendido ingles porque
simplemente les da flojera dedicarle un tiempo a estudiar, a pesar de ya tener
los programas en su casa. La misma pereza es lo que puede llevarnos a cometer
el pecado de omisión. Cosas que pudimos haber hecho y no las hicimos por pereza,
afectando en algún grado a los demás. No levantaste la escoba tirada a medio
camino, llegó el esposo que cargaba cosas, no vio la escoba y tropezó. O por no
lavar bien los platos se acumularon bacterias y te contagiaste de una
enfermedad. Omitimos la actividad física o intelectual y nos perjudicamos
constantemente, pereza o pecado de omisión, esa fue la base del problema. Para
vencer la pereza hace falta fortalecer la voluntad, pero esta se hace fuerte a
base de sacrificios. Y no sólo con pensamientos positivos se vence, sino con
actitud valiente para dar el paso decisivo. Por la pereza se reducen los frutos
que le damos a Dios y nos vamos empobreciendo. Por la pereza faltamos a nuestro
deber causando daño a quienes dependen de nosotros. Nos hace falta reflexionar
sobre la pereza para ver todos los frutos negativos que hemos cosechado de
ella. Nos hace falta soltar la amarra de la pereza reflexiva para vislumbrar
los peligros de seguir atados al conformismo. La carta de Santiago capítulo
cuatro versículo 17 dice: “El que sabe hacer el bien y no lo hace, está en
pecado”. Lancemos lejos de nuestra vida la pereza cuando la encontremos en el
camino y no dejemos que se arraigue en nuestra vida porque entonces seremos
reos de nuestra propia condena.
4 comentarios:
Hola padre mil gracias por compartir este articulo sobre la pereza, nunca me habia detenido a pensar lo que pudiese afectarme, y ahora estoy decidida a dejarla aun lado
GRACIAS
Vaya, soy un perezoso y creo que me estoy afectando a mi y comienzo a afectar a otros... Dios le bendiga Padre y a todos sus seguidores también, para que no seamos perezosos...
=)
falta el pecado capital de la vanidad
Gracias padre todos la informacion
aveces dejamos q estos defectos crezcan por ignorancia de concientizar sus debastadora consecuencia...bendiciones
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