jueves, 19 de julio de 2012

QUINTÓ MANDAMIENTO


NO MATARÁS

Por P. Modesto Lule msp
Twitter: @ModestoLule

El sudor escurría por la frente. Sus cabellos estaban mojados por la ligera humedad que resbalaba incluso en la almohada. El cuerpo cubierto por una sabana. Sus movimientos de cabeza señalaban negación a cuerpos inexistentes que se presentaban en sus sueños.
Sus manos empuñadas asemejaban la violencia y el dolor muy mezclados en sus movimientos y en sus articulaciones momentáneas. Su cuerpo dio un salto inesperado, no raro de días anteriores. Beatriz quedó pasmada por asimilar su sueño con la realidad. Sus ojos imprimían asombro y espanto. Su rodilla se flexionó y pudo encogerse para tomar fuerza y bajarse de su cama empapada por miles de gotas de sudor que segrego. Apenas toco el mosaico con las plantas de sus pies, se dio cuenta que el ambiente no era de calor, sino que se encontraba temblando por el frío de la superficie que pisaba. Camino lentamente con miedo de perder el equilibrio. Tentaleando llegó hasta la puerta del baño. Apenas abrió la puerta metió su mano como con miedo. Busco con sus dedos el pequeño botón para prender el foco del interior del baño. Cuando le presiono una luz encegueció sus ojos. Con su brazo izquierdo pudo taparlos para disminuir el dolor en su retina. Ya mermando el dolor comenzó abrir lentamente la puerta. Antes de entrar la abrió completamente para asegurarse que en su interior no se encontraba ningún rezago de su sueño. Dio dos pasos al frente y con la mano temblorosa levantó la tapa del inodoro. Tenía el temor de que la pesadilla se fuera a concretizar al momento de levantarse esa tapa. Sintió un gran alivio al descubrir que en el interior no había nada. Beatriz tomo aire como para sentirse segura. Pudo verse en el espejo y descubrir que sus ojeras estaban en aumento. Lo rojo de sus ojos era fatal. Abrió la llave del lavabo y comenzó a lavarse el rostro. Tomo una toalla para secarse. Se quedo en estado de hipnotismo. Esa pesadilla fatal la mataba continuamente. Creía que algún día se haría realidad y encontraría a su bebe envuelto en sangre gritando desde su baño, o que al levantar la tapa del inodoro su pequeño alzaría la mano y le gritaría mami, mami.

Beatriz había abortado hacía ya un año y el síndrome post-aborto no la deja en paz. Los extraños sueños la atormentaban constantemente. La muerte en todos sus ámbitos trae consigo secuelas. El quinto mandamiento de la ley de Dios señala que no debemos matar. Este mandamiento ordena no hacer daño a la propia vida o a la de otros con palabras, obras o deseos (se le llama odio). El aborto es matar a un ser humano en el vientre de otro ser humano. No hay nada que justifique este acto ni el echo de llamarle producto o con otra referencia. Un ser humano existe desde el momento de la fecundación. Arrebatar su vida corresponde a un asesinato. Ningún católico podrá pues en conciencia colaborar en la realización del aborto, tanto si lo propone como si participa en él o incita a que lo hagan. Hacerlo es pecado mortal y causa de excomunión. Al excomulgado se le prohíben todos los sacramentos menos el de la confesión. Pero no todos los sacerdotes pueden quitar la excomunión, solamente los que son designados por la diócesis o en su caso el obispo de la misma diócesis.

                                                                                                                             
Es, además, un pecado contra este mandamiento el suicidio, es decir, quitarse a sí mismo la vida por propia iniciativa. El suicidio es pecado grave porque la vida no nos pertenece a nosotros, sino a Dios, que nos la ha entregado. No sólo está prohibido quitarse la vida, sino también acortarla directamente, como sucede con la eutanasia. La eutanasia es un acto deliberado de dar fin a la vida de una persona o porque ya está anciana o porque está enferma y no tiene posible curación. Respetemos la vida que nos ha dado Dios para cumplir con su voluntad.

Hasta la próxima.



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1 comentario:

coto dijo...

Porque el hombre tiene la necesidad de matar?...¿Porque estamos tan inclinados al mal?...si nacimos solo para amar y ser amados?... cuando mato yo también me mato, me hundo, pierdo la gracia y soy desdichado...entonces dominemos, nuestros instintos desnaturalizados, que atentan contra los demás y uno mismo...