METÁFORA
P. Modesto Lule msp
padremodestomsp@gmail.com
Más abajo el podcast de este artículo
Pues
bien, ahora pongamos la analogía de la “gasolina”. El carro es usted, y busca llenar su tanque de “gasolina”, es decir
de fe, de Dios y por eso va cada domingo a la misa. Todo muy bien, pero resulta
que en ocasiones somos algo despistados y se nos olvidan las cosas. Hacemos
algo y por andar pensando en otra cosa no lo cumplimos correctamente. Recuerdo
ahora el caso de una señora que me platicaba que un día fue con su automóvil a
la gasolinera, le puso la manguera al tanque y comenzó a llenarlo. Mientras se
llenaba, ella se metió a su auto y revisaba su bolso. En ese instante se dio
cuenta que no traía algunas cosas que necesitaba y se puso a recordar donde las
había dejado. Cerro la puerta del coche lo prendió y se fue del lugar
arrancando la manguera de la bomba de gasolina; se la llevo arrastrando un
tramo hasta que alguien le aviso de su descuido. Otro caso es aquel cuando se
nos quedan los tapones de los tanques de gasolina en esos lugares, por la prisa
o descuido los dejamos arriba del carro o de la bomba y se nos pierden. Así
pues, siempre nos puede pasar que al ir a la gasolinera se nos olvide a que
fuimos o en que estamos y cometamos ciertas imprudencias.
La
gasolina sirve para que el motor y todo el vehículo puedan prender y caminar.
Hay motores que necesitan o que consumen mucha gasolina. No podemos comparar el
motor de un tráiler al de una motocicleta. No consumen igual porque simplemente
no hacen lo mismo y sus funciones son muy diferentes. Así en la vida de la
Iglesia, hay gente que necesita más de la fe que otros, hay gente que tiene más
preocupaciones y responsabilidades y su fe está más puesta a prueba. No podemos
pues decir que la vida de fe del Papa es la misma que la de un sacristán de
iglesia o de un acólito o la de un integrante de un grupo juvenil. No son las
mismas pruebas ni las mismas responsabilidades, sin duda la más exigida
necesita de más “gasolina” que lo ayude a caminar con rectitud su vida.
Otra
cosa importantes es no engañarnos, si, no engañarnos, ya que muchas veces por
no conocer bien nuestra fe nos podemos engañar y pensar que a nosotros nos
sirve solamente un acto de presencia. Y le voy a explicar el porqué. Hay
algunos que se conforman con decir que los domingos ya cumplieron, que ya
fueron a misa, y eso les tiene hasta cierto punto contentos. Se conforman con
decir, ya cumplí, ya fui a misa y listo. Quizá lo dicen por ignorar lo que
realmente es participar de misa. Ante esto podemos poner como ejemplo
nuevamente lo del carro y la “gasolina”. Podemos llegar a pensar que con el
simple hecho de llevar el carro a la gasolinera con eso tiene para llenarse y
no es así. Sabemos muy bien que para que el carro siga caminando necesita
gasolina y para esto hay que llevarlo a una estación donde distribuyan este
combustible, estacionarlo cerca de una bomba, quitar el tapón que cubre la
entrada del tanque, es decir abrir el tanque y meter la manguera para después
activar la bomba y dejar que el combustible entre hasta que lo llene. Pues lo
mismo pasa con la fe. Si vamos a la Iglesia y no abrimos el corazón, y no
conectamos ese “tanque”, ese corazón a la “fuente” será casi imposible que se
llene nuestro corazón de Dios y por lo mismo vamos a tener muchas fallas y nuestra vida puede
llegar a detenerse como sucede con el carro cuando no tiene gasolina. Peor aún,
vamos a misa y somos descuidados,
perezosos y no ponemos atención en donde estamos y para que estamos.
Puede ser que usted vaya a misa y vaya escuchando música con sus audífonos, y
lo digo porque lo he visto. O quizá va a misa pero apenas se sienta cae en
brazos de Morfeo. Se duerme pues. O quizá no se duerme pero está distraído
pensando en lo que dejo pendiente en la casa o pensando a donde va a ir después
de misa. Es decir, no hay una conexión con la “fuente” en ese momento y por lo
mismo será imposible llenar el tanque. O tal vez puso atención un poco de
tiempo, ya sea porque se quedó dormido o porque comenzó a mandar mensajes por
su celular o comenzó a platicar con el de al lado. En fin, sólo lleno un poco el
corazón y salió apresurado como la señora que le platique que hasta la manguera
se llevó arrastrando con el carro. Vamos a Misa y no llenamos el tanque, vamos
a misa y no nos llenamos de Dios. Llenarse de Dios es hacer oración, meditar la
palabra y acercarse a los sacramentos. Muchos piensan que el sacramento de la
confesión es nada más para el perdón de los pecados o confesar las culpas, pero
se les olvida que también es para llenarse de la misericordia de Dios, es
recibir la gracia de Dios. Si esto estuviera presente en cada uno de nosotros
correríamos cada mes o dos meses a confesarnos, a llenarnos de Dios, a llenar
el tanque a cargar las pilas. Correríamos los domingos o todos los días a la
Iglesias para participar de misa.
Por
eso hoy, mañana o cuando vaya a Misa o a la Hora Santa, asegúrese de que abre
el tanque, es decir el corazón, también de que se conecta a la fuente, es decir
a Dios. Y que lo deja llenar para después salir y compartir ese amor de Dios
con los demás. Le aseguró que su recorrido por este mundo siempre será
confiable porque tendrá mucha fuerza de Dios, mucho combustible y no importando
que tan difícil sean los caminos o tan altas las subidas, siempre tendremos la
esperanza que con gasolina, que con fe, que con Dios se puede llegar hasta la
morada de Eterna.
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1 comentario:
Gracias por el articulo. Me ayudo mucho a interiorizar
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