martes, 5 de febrero de 2013

Origen del día de san Valentín. Podcast y escrito




Por P. Modesto Lule msp


                                          Más abajo se puede escuchar el audio de este artículo


Los enamorados tienen un día en nuestro calendario cívico para demostrar o reafirmar su amor mediante regalos, dedicatorias o poemas pero ¿por qué el 14 de febrero?


Existen diversas teorías que otorgan a esta fecha el origen del Día de los Enamorados. Por ejemplo, en los países nórdicos es durante estas fechas cuando se emparejan y  aparean las aves, de ahí que este periodo se vea como un símbolo de amor y de procreación. Bueno, eso no es solamente con las aves, también pasa con los humanos, en estas fechas es cuando más ingresos monetarios tienen los moteles u hoteles de paso. En fin sigamos con lo que se dice a los supuestos orígenes de esta fecha tan llena de corazones por todas partes.


Algunos creen que es una fiesta cristianizada del paganismo, ya que en la antigua Roma se realizaba la adoración al dios del amor, cuyo nombre griego era Eros y a quien los romanos llamaban Cupido. En esta celebración se le pedían los favores a Cupido por medio de regalos u ofrendas para conseguir así encontrar al enamorado ideal.

Pero san Valentín no es un rito, un culto o una costumbre. El nombre remite a la vida de un santo en la Iglesia católica. La historia de San Valentín se remonta a la Roma del siglo III, época en la que el cristianismo era perseguido con violencia. En este periodo también se prohibía el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias. En estas circunstancias es cuando surge la figura de San Valentín,  sacerdote  que ante tal injusticia decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos. Por toda esta audacia ante el ambiente de persecución, por proteger a los enamorados y auspiciar bodas secretas Valentín adquiere gran prestigio en toda la ciudad.  El emperador Claudio II lo manda llamar para interrogarlo. Valentín aprovecha aquella visita para darle a conocer la fe cristiana y convencer al emperador para que siga los pasos de Jesús. En un principio Claudio II se sintió atraído por aquella religión que los mismos romanos perseguían, pero los soldados y el propio Gobernador de Roma le obligaron a desistir y mejor aun organizaron una campaña en contra de Valentín. La misión de condenar al sacerdote la tuvo que llevar a cabo el lugarteniente, Asterius. Éste, cuando estuvo delante del sacerdote,  se burló de la religión cristiana y quiso poner a prueba a Valentín. Lo reto para ver si era capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y en nombre de Dios obró el milagro. Hago un paréntesis para repetir lo que acabo de mencionar, los santos no hacen milagros, oran y son intercesores para que Dios los haga. Seguimos pues con la crónica. Asterius el lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. Y san Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, se unió definitivamente con Cristo, a través de la tortura y de su degollación. Es decir le dieron cuello.
Después de todo este tormento y la degollación murió aparentemente un 14 de febrero.

La mayor parte de noticias  de San Valentín que han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen. Lo importante en la historia de San Valentín, así como en la vida de muchos cristianos que han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es la de imitar sus virtudes y así poder llegar también a la santidad. San Valentín nos da una lección de vida auténtica, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo que es el martirio.

Sea como fuese, San Valentín se ha convertido en el patrón de todos los enamorados y de todas aquellas personas que quieren tener una pareja. Los comerciantes se han hecho eco de esta festividad (¿y de cual no? No hay fecha en que no hagan su agosto. Nada más es cuestión de mirar como esa empresa de refrescos con líquido negro y etiqueta roja llegó a inventar para la Navidad a un señor regordete vestido de rojo y con barba blanca para aumentar el consumo de sus productos, y se ha hecho tan popular que algunos lo consideran más real que el niño Dios)  No se diga del día de las madres, el día del padre, del niño, de la secretaria, del barrendero, de la ama de llaves, de los gobernadores y de no sé qué tantas otras fechas que han sido promovidas por estas grandes corporaciones para poder vender y vender a todos los que creen que sólo en ese día se alaga y se congratula con un regalo a una persona.

El 14 de febrero lo que más se regala son las flores, postales, osos o muñecos de peluche, poemas de amor, dedicatorias, bombones, chocolates  y  todo tipo de cosas que son dulces al paladar o a la vista para demostrar al ser querido su amor y amistad. El día de san Valentín es pues una fecha que combina a la perfección amor y consumo.

Digo, al final de cuentas cada quien hace con su dinero lo que quiera, pero si deténgase un poquito a reflexionar la fecha que festeja, y piense que para demostrar el cariño a un ser querido no necesariamente hay que hacerlo regalándole algo físico y mucho menos hacerlo solamente un día al año. Mejor entréguese usted totalmente a la otra persona con todo su ser sin miedo y sin prejuicios. Tome el ejemplo del santo del día y vea en él un modelo de entrega. No tuvo miedo a la persecución ni al castigo y mucho menos a la muerte. Su única intención era cumplir con el ministerio que le había regalado Cristo y quiso ser fiel hasta sus últimas consecuencias.

Si crees en la intercesión de los santos, pídele a san Valentín, no solamente encontrar novio o novia, sino que puedas encontrar el amor verdadero y con este llegar hasta el sacramento del matrimonio. Al final de cuentas eso era lo que hacía en vida san Valentín, casar a los ciudadanos romanos.




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