Por P. Modesto Lule msp
padremodestomsp@gmail.com
Me
regalaron una tortuga hace más de un año. Pasadas unas semanas me regalaron
tres más para que la primera no estuviera sola. Todas estas vivían en una
pequeña pecera. El tiempo pasaba y yo les daba de comer y les cambiaba el agua,
aunque no muy seguido. Pero un día una
de las tortugas comenzó a tener su caparazón muy blando. Pensé que era porque
cambiaba de tamaño o por una forma propia de ellas. A la semana siguiente estaba
muerta. Pasó otra semana y nuevamente noté que otra de las tortugas que
quedaban vivas adquirió blandura en su caparazón. Me preocupe, pero no hice
muchas cosas para remediar el problema. Al final murieron tres de las cuatro
que tenía. Tuvimos que ir al pequeño acuario donde venden peces y tortugas para
preguntar sobre el cuidado de las quelonios (otra forma de llamar a las
tortugas). Me preguntaron que si les cambiaba el agua de la pecera todos los
días, a lo cual respondí que no. Me preguntaron que si les daba de comer
constantemente yo les dije que sí, pero que casi no comían. Me preguntaron que
si tenían calentador a lo cual respondí que no. El vendedor de dicho lugar me
dijo que ahí estaba el problema. En primer lugar a las tortugas hay que cambiarles
el agua todos los días; en segundo, hay que darles de comer; y por último hay
que colocarles un calentador para que el agua se mantenga en una temperatura
entre los 29 y 24 grados centígrados. Si el agua es demasiado fría las tortugas
pierden el apetito, no comen y por ende mueren. Pero también hay que darles de
comer y sobre todo hay que cambiar el agua todos los días.
Con todo
esto he pensado que la vida familiar muchas veces (utilizando la metáfora)
puede ser como esa pecera y esas tortugas. En la vida de matrimonio nunca debe
ser la misma agua que les cubra. Nunca deben ser los mismos tratos, las mismas
palabras, las mismas actitudes, los mismos gestos. Si se hace, puede llevar a
la rutina. El agua estancada se pudre y se hace fétida, insoportable. De igual
manera en muchos matrimonios o familias puede suceder esto. La vida echa rutina
cansa y se hace insoportable, necesita entonces vitalidad, frescura, jovialidad
y alegría para que sea siempre agradable.
Me
recomendaron cambiar el agua todos los días. Yo ahora le digo a usted, cambie el
agua de su vida, Jesucristo es la fuente de agua viva. (Jn. 4, 14) Tenga
siempre presente a Jesús en su vida; acérquese a los sacramentos, haga oración,
reflexione la Palabra de Dios. Esto es cambiar el agua. También en el acuario me
dijeron que le comprara un calentador.
Yo ahora le digo, nunca deje sin calor a su familia. Se puede enfría el ambiente,
y al mismo tiempo pueden morir los que vivan dentro. Siempre brinde calor: un
tiempo para compartir la vida, pasear, platicar, divertirse, convivir. Eso da
mucho calor en la familia. Y por último, dele de comer. Alimente a su familia
con las buenas obras, con el testimonio, con la caridad. No les abandone.
Después de
las recomendaciones me regalaron otras tres tortugas y pasados los meses dos
más. Ya son más de nueve meses que las seis tortugas siguen en su pecera. Cuando
me acerco para darles de comer o cambiarles de agua nadan de un lado para otro,
no sé si es porque se asusten o por alegría, pero lo que sí sé es que siguen
vivas y cada día crecen más.
Hasta la
próxima.
4 comentarios:
GRACIAS PADRE MODESTO COMO SIEMPRE MUY INTERESABTE Y ADEMAS BELLO. DIOS LO BENDICE.
GRACIAS PADRE MODESTO COMO SIEMPRE MUY INTERESABTE Y ADEMAS BELLO. DIOS LO BENDICE.
APENAS LO AGREGUE A MI FACE, Y ESTUVE REVISANDO LAS BELLAS PALABRAS QUE ESCRIBE Y LA VERDAD TRANSMITE TRANQUILIDAD Y ALIVIO, GRACIAS PADRE, MUY BONITA REFLEXIÓN, ME LLEGO EN EL MOMENTO INDICADO.
SALUDOS
Muy interesante lo de las tortugas.....es la pura verdad.
intentare hacer lo de la reflexion de la tortuga.
gracias Dios le bendiga.
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