jueves, 25 de septiembre de 2008

Soy lo que como


Cuando era pequeño iba al catecismo para aprender muchas cosas de Dios y me gusto mucho esa etapa. Bueno también me gustaba la catequista y por eso también iba. Lo malo fue que cuando casi terminaba de darme el curso de preparación se fue con el novio y a los dos días se fueron a USA.
Creo que me dio tristeza saber que se había ido con el novio pero también me dio tristeza saber que yo era un niño y ella una señorita con más edad. Esos eran mis pensamientos de niño. 10 años o más, no recuerdo bien a qué edad pasó eso pero sí recuerdo muy bien ese momento. Busque una foto de mi primera comunión pero están muy borrosas y no se distinguen bien quien es quien.

Recuerdo también que para nuestra primera comunión nos compraron un trajecito color azul. Nos lo poníamos con un moño color vino. Parecíamos licenciados los hermanos y primos que nos lo compramos. Y para no dejarlo como recuerdo decidimos ponérnoslo para ir a la escuela. Nombre, fuimos la carrilla de toda la escuela en cuanto llegamos. Como nadie se ponía uniforme especial para la escuela cuando nos ven llegar muy de traje pues fuimos la comidilla de todos. No falto el que nos recibió con los apodos de licenciados entacuchados, los trajeados y demás. Para todo éramos los licenciados así que tratamos de no llevarlo muy seguido. Poco a poco se fue esfumando la carrilla conforme se acostumbraban a vernos con ese traje azul. Además de que no duro mucho pues no era de mucha calidad. En aquellos días cuando nos preparábamos para la primera comunión todos nos hablaban de Dios. Los amigos, la familia y los vecinos. Nos comentaban algunas cosas no muy certeras de lo que decía la Biblia y se pensaba además de que la Biblia sólo la podía usar el sacerdote o el misionero. En la familia no teníamos nadie ese libro sagrado. Mi abuelita me platicaba de Adán y de Eva, de cómo tomaron la manzana prohibida. Y mi abuelita en su sabiduría de pueblo nos decía que el hombre por eso trae en la parte del cuello una bola. Que esa era la manzana que comió Adán y que se le había quedado atorada y que desde entonces los hombres teníamos que cargar con ese castigo. Hoy mismo me toco mi garganta y siento esa bola que sobresale de toda mi garganta, lo malo es que en mi caso esa bola es más grande de lo normal. Recuerdo que así fue como descubrí un día que una mujer no era mujer porque cuando la vi se me hizo muy guapa y me le quede mirando, pero cuando levanto su cabeza vi que traía la manzana de Adán en su garganta. Bueno eso fue cuando estaba en USA hace 15 años. Pero conforme pasó el tiempo y crecí en años y en madurez tomé un día la valentía de comprar una Biblia a pesar de que mis compañeros de trabajo me decían que leer la Biblia volvía loco. Alguien me dio clases de Biblia y aprendí mucho sobre la Palabra de Dios y me cambio totalmente de ideas. También descubrí que lo que comió Adán y Eva no fue una manzana, sino simplemente un fruto prohibido que no tiene nombre específico. Pero me he preguntado ¿Qué sería si en vez de manzana hubiera sido una papaya o un melón? No quiero ni imaginarme como andaríamos con nuestro cuello, pareceríamos unos pelicanos o algo así. Jajajaja A lo que quiero llegar con esto es a lo que soy hoy por lo que he tomado durante mi vida. De niño me hablaron de Dios y conforme crecía siempre me mencionaron a Dios. Un buen día tuve la oportunidad de conocer la Biblia y el mensaje de amor que en ella se encierra. Ahora todos los días me alimento de la Palabra de Dios y de la oración y persevero en este camino tan difícil de seguir. Por eso mismo puedo decir con seguridad que somos fruto de lo que nos alimentamos. Esa frase la ha dicho un filosofo hace muchos años: “Somos lo que comemos”. Mucho tiempo después la tomarían los nutriólogos para decir que nuestro cuerpo refleja los nutrientes que a diario tomamos. Y yo la cambiaría a la cuestión espiritual. Somos lo que somos por lo que comemos. Leer la Biblia con un buen guía puede ser muy beneficioso y nutritivo para nuestro espíritu. Además de la oración continua y la puesta en práctica de la caridad. Es decir, tengo que sacar aquello de lo que me nutro para que no me haga daño. En otras palabras tengo que poner en práctica lo que leo y medito, sino pronto puede repercutir en mi vida. Así que si quieres ser más espiritual debes tomar de lo espiritual ya q somos más espíritu que carne. Y si llegas a experimentar soledad, tristeza o melancolía puede ser porque te falta lo espiritual. Te recomiendo leer lecturas espirituales continuamente, además de la Biblia y también hacer oración en el silencio; se está muy bien cuando se ha experimentado ese tipo de vida. Veras que después de probar lo que es nadar en el mar no te gustará vivir ya en una pecera. Y la vida con Dios se es más placentera. Hasta pronto y que Dios te bendiga.

Recuerda buscar lo espiritual.

1 comentario:

coto dijo...

Creo que la vida espiritual te libera y eso te lleva a unión con Dios Fuente de la delicias eternas. La vida espirituales es el alimento para llegar a la felicidad es completarse en Dios, con Él somos uno y todo.