jueves, 25 de septiembre de 2008

Transformándote en alguien especial.


En la vida siempre corremos riesgos de enojarnos y pelearnos con los que nos rodean. Cuando era niño y estaba en la escuela primaria siempre tuve altercados con mis demás compañeros. Recuerdo una ocasión que comenzaron a hacer rumores de que dos compañeros se iban a pelear.
El rumor corrió por toda la escuela y al final de clases muchos compañeros y compañeras se quedaron esperando ver a los dos fanfarrones que se darían unos golpes para saldar cuentas y hacer valer sus territorios y su fama. Yo sabía quiénes eran pero no los miraba llegar. Un compañero de mi salón me empezó a jalar de mi suéter y yo al quererme desafanar de él me logró empujar y caí en el suelo. Me levante rápidamente y las mujercitas que estaban aún lado empezaron a gritar que ya nos estábamos peleando. Yo me sorprendí pues no veía a nadie y al momento nos rodearon a nosotros. La maestra llegó y nos vio a los dos y nos reprendió por el espectáculo que habíamos dado. Yo trate de decirle que no nos estábamos peleando pero no logró escuchar lo que les decía. Después de la reprimenda nos hizo darnos la mano a los dos que habíamos llamado la atención. Lo hicimos pero yo nunca supe porque tenía que hacerlo si no habíamos hecho nada. Los compañeros empezaron a dispersarse y nos quedamos los dos solos. Yo enfadado por la situación me retire de ese lugar. Y los que en verdad se iban a pelear nunca llegaron. Ese compañero era el típico problemático que quiere llamar la atención en las escuelas y siempre trata de humillar a los otros o de lastimarlos. Ese día lo había logrado conmigo.

Siempre existe este tipo de personas que parece ser que salieron de una telenovela o de una película. Tratan de hacer daño a los demás a como dé lugar. Pero puede ser que nosotros seamos de estos sin darnos cuenta. Tal vez estemos haciendo eso con los demás y así estar causando un tipo de fricción entre nuestras amistades. ¿Pero cómo saberlo? Es un tanto difícil, pero si podemos ver cuántas personas tenemos a nuestro alrededor. Cuántos amigos tenemos o cuantas son las personas con las que contamos para poder platicar. Conozco a una persona que siempre se la pasa platicando de los demás y tiene personas a su alrededor pero solo para escuchar lo que dice de otras porque siempre lo hace con ironía y sarcásticamente. Presume de hallarles defectos y de saber sus debilidades o sus carencias. Pero nunca hace nada por ayudarlos. Pero no es que no tengamos defectos, creo y estoy convencido de que todos tenemos defectos. Lo que hace que esos defectos se nublen son las virtudes que tenemos. A pesar de que sean pocas virtudes las que podamos tener tenemos que hacer que esas sobresalgan de nuestros defectos y logren pesar más que los defectos. Que surjan en una espiral mayor y puedan tapar a los defectos por muchos que sean. Lo negativo es cuando hacemos de esos defectos unos moustros gigantescos capaces de arrasar con nuestras amistades y con las que intentan serlo.

Puede ser un tanto soberbio el auto valorarnos y sacar como resultado que somos las personas más buenas del mundo. Las que no tenemos defectos y las que nos encontramos con amigos en cada vuelta de la esquina. Pero si puede ser un tanto valeroso reconocer que tenemos defectos y que podemos irlos quitando poco a poco y si no se pueden quitar, por lo menos bajar su intensidad de daño. Si soy violento con las demás personas y me gusta hacer una tempestad en un vaso de agua, tratar de ser más tranquilo y de contenerme ante situaciones difíciles. Si soy de los que hablan fácilmente de los defectos de los demás, a pesar de que los tengan, tratar de no hacerlo ya que con el puro comentario no ayudo en nada a remediar su situación. Y tal vez descubra que los demás tienen errores, pero hay que saber que si queremos ayudar a remediarlos tengo que ir con la persona que los tiene y utilizar la caridad para decirle de sus defectos y no salir a contárselos a otras personas que nada tienen que ver con el problema. Lo que hago ahí es hacer más grave la situación y etiquetar a una persona por su comportamiento.

No echemos más leña al fuego cuando queramos apagar el incendio, los desastres son más grandes por gente que no hace nada por remediarlos que por aquellos que se dedican a hacer algo para acabar con ellos. Hoy tienes esa oportunidad para que las situaciones cambien y tú puedas ser una persona diferente. Demostrando que con la ayuda de Dios podemos realizar grandes proezas y hacer los cambios que necesita el mundo. No hace falta ser presidente de la nación para ayudar al cambio, basta con ser tú mismo y dejar que Dios se vislumbre en tu vida. Así transformaras al mundo transformándote tú primeramente en alguien muy especial.


Mi correo:
teologomsp@gmail.com

Hasta pronto y que Dios te bendiga.

1 comentario:

coto dijo...

Que trabajo tendríamos nosotros mismos si no tuviéramos defectos? ¿Qué trabajo tendría Dios con nosotros? es bueno conocerlos y reírse de ellos así nos serán más amigables. Somos defectuosos que le vamos a ser...para eso está Dios el espejo, Él el único perfecto.